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El poder del diálogo

Si se pudiera razonar con la gente religiosa, habría mucha menos gente religiosa
- Dr House
Como lo dije en la primer entrada de este blog la intención es facilitar argumentos a aquellas personas que encuentran dudas en su fe o a quienes pretenden ofrecer una posición alternativa a sus amigos creyentes. Obviamente atacar las creencias religiosas será siempre un punto sensible puesto que en buena parte estas creencias soportan la existencia de quienes las tienen, y es por lo mismo que considero que acudir a ridiculizar o atacar en una discusión tan trascendental simplemente no logrará cambiar la mente de nadie. Esto va tanto para creyentes como para no creyentes.

Y no se trata de ser "respetuosos" en el sentido de no cuestionar las creencias, la religión como cualquier otro tema debe estar dispuesto a crítica, así como en política y fútbol las diferencias pueden ser diametrales pero siempre se puede llegar a un dialogo donde cada quien expone sus ideas con argumentos.

Este artículo va dirigido a quienes de verdad quieren llegar a una conclusión, para quienes realmente quieren encontrar la verdad. Para ellos voy a enumerar algunos requisitos indispensables para un dialogo efectivo

  • Mente abierta: aún si usted está seguro de lo que cree tiene que escuchar y aceptar los argumentos de su contraparte, tenga siempre claro que lo que para usted puede ser un argumento válido puede no serlo para otros (la biblia y el infierno no son argumentos para un no creyente).
  • Objetividad: por muy difícil que parezca es necesario hacer a un lado las emociones y aceptar solo hechos. No es posible hacer que su interlocutor "sienta" igual que usted, en el mejor de los casos logrará que acepte sus argumentos y generará dudas.
  • Expectativas realistas: no hay palabras mágicas ni argumentos finales para cambiar ideas firmemente arraigadas, no piense nunca que su debate termine por convertir a su oponente. Si deja alguna duda en su contraparte, ese será el mejor resultado posible.
  • No lo tome personal: si sus argumentos son controvertidos no recurra a la violencia, no se trata de un ataque, siempre que se involucre en un debate tiene que estar dispuesto a no tener la razón. Tenga en cuenta que ningún argumento es final y si en ese momento no tuvo una respuesta es probable que luego la tenga.
  • Sepa cuando parar: si se acabaron los argumentos es momento de parar, deje que las ideas se asienten y continúe con la discusión luego. Tratar de forzar una opinión puede llevar a la frustración o a la ofensa.
Como creyente seguramente va a encontrar particularmente difícil seguir estos lineamientos porque por definición su creencia se basa en la fe que no es otra cosa que creer sin argumentos. Piense como reaccionaría usted si alguien le dice que no cree que la tierra es redonda y que no importa cuanta evidencia exista en contra, que usted lo cree porque hay muchos escritos de hace 2000 años que así lo dicen y usted tiene fe en que así es. O que haría si alguien insiste en que lo que hace florecer los arboles en primavera son las hadas y que usted no tiene forma de demostrar lo contrario.

Tanto creyentes como no creyentes utilizamos la razón y la lógica en todos los aspectos de la vida excepto en la religión cuando se trata de creyentes. Yo lo invito a abrir su mente, a escuchar los argumentos en contra de sus creencias con la misma motivación que cuestiona cualquier otra afirmación sin justificación. Trate por un instante cuestionarse que es lo más probable, que tiene más sentido. Aún si no le hace feliz, la verdad no deja de ser la verdad. En esto reside el poder del diálogo abierto, es el mejor camino para acercarse a la verdad.

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